Los que han aprendido a dominar sus emociones y los que han buscado a Dios fervorosamente no han murmurado, sino que han superado sus desafíos, han conquistado el bautismo con el Espíritu Santo y han realizado sus sueños, los cuales glorifican a Dios.
«Mi siervo Moisés ha muerto; ahora pues, levántate, cruza este Jordán…».
Josué 1:2
Aquí Moisés simboliza los tantos sacrificios hechos, las tantas luchas enfrentadas y la dedicación de años, así como los sueños aún no realizados, la DESESPERANZA.
Por este motivo, Josué, capitán del ejército del Dios vivo, estaba llorando, lamentándose y postergando algo que solo él podía hacer, cruzar la frontera de la vieja vida hacia una nueva vida.
El Jordán era (y sigue siendo) una frontera, un límite que separa a Israel del desierto, que separa el pasado de esclavitud, idolatría, humillaciones y pecados de los ciudadanos de la Tierra Prometida, los ciudadanos del Reino de Dios. Josué estaba allí, en la orilla del Rio Jordán, parado, frustrado, llorando, lamentándose y sin actuar, queriendo entender lo que no debía saber.
Miró hacia atrás y se acordó de Moisés, lo cuán «inferior» era comparado con Moisés. Luego, miró hacia delante y vio la Tierra Prometida más allá del Jordán, pero no había un puente, era necesario cruzarlo, sí o sí.
Él sabía que la Tierra Prometida estaba habitada por siete naciones enemigas fuertemente armadas, por lo tanto, estaba sentado y quieto, sin actitud, tomado por sentimientos de pérdidas y frustraciones, preguntándose: “¿Acaso este es mi fin? ¿Será que voy a morir aquí, así, viendo lo prometido, pero sin poseerlo?”, tomado por las dudas.
Algunos están así, incluso dentro de las iglesias:
No avanzan.
No se superan.
Tienen la vida limitada.
Miran hacia el pasado que los condena.
Miran hacia el presente que los humilla y hacia el futuro que los aterroriza.
No tienen actitud.
Todo esto por falta de decisión. Sin embargo, la primera palabra que Dios le dio a Josué fue exactamente que dejara de mirar hacia el pasado, porque Moisés estaba muerto:
Asume tu fe.
Asume tu responsabilidad.
Asume tu visión de siervo del Dios vivo.
Asume el control de tu presente.
Levántese.
Cruce el Jordán.
Cada cambio comienza con una DECISIÓN de LEVANTARSE:
Levántese en la fe.
Levántese en el espíritu.
Levante la vista, la visión.
Levántese de su silla, no sea solo oidor de la Palabra, sino un practicante.
Ande al Jordán, arrepiéntase, actúe como un hijo.
Levántese, tome posesión del Espíritu Santo.
«Por esta razón dice: Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo».
Efesios 5:14
Todos los casos verídicos afirman que el comienzo de la transformación comenzó cuando decidieron LEVANTARSE, BAUTIZARSE ARREPENTIDOS en las aguas y PRIORIZAR al Espíritu Santo.
Todos los que hicieron el camino inverso, que priorizaron bendiciones, realizaciones, cosas y personas, perdieron tanto las bendiciones como el tiempo.
¡Aquí, AHORA, ¡está tu OPORTUNIDAD de DECIDIR! Levántese, cruce este Jordán. Cruzar el Jordán significa:
Arrepentirse, apartarse de los pecados, bautizarse y empezar una nueva vida.
Tomar posesión del Espíritu Santo, nuestra “Tierra Prometida”.
Superar el problema que avergüenza tu vida como hijo de Dios, ya bautizado con el Espíritu Santo.
Ganar la batalla espiritual y los conflictos internos: los miedos, las dudas, la ansiedad, los por qué.